Feliz Navidad + reseña de "El mapa del tiempo"

domingo, 28 de diciembre de 2014
¡Buenas noches, amigos virtuales!
Hacía mucho (demasiado) que no actualizaba el blog. Entre otras cosas porque llevo unos meses más liada de lo habitual pero sobre todo y aunque me cueste reconocerlo, porque a menudo me da una pereza terrible todo lo que conlleva tener que publicar una entrada: encender el ordenador (cada vez recurro menos a él y lo hago casi todo desde el smartphone), pelearme con blogger hasta que me deja darle el formato que quiero a la entrada, escribir y releer (varias veces) el texto que he escrito para, en cuanto le doy a publicar, encontrar alguna errata...
Excusas, lo sé, pero al menos lo reconozco y ese es el primer paso para superarlo, ¿no?
Lo cierto es que querría ser más constante porque aunque no me veais por aquí yo sigo con mis libretas de reseñas y comentarios sobre novelas, pelis o cualquier otra cosa que me gusta y llama mi atención a lo largo del año así que... ¡no debería poner tantas excusas!
Dicho lo cual, cambio de tercio totalmente y paso a desearos un final de año espectacular y un inicio de 2015 lleno de amor y buenos momentos acompañados de quien más queréis.
¿Papá Noel se portó bien con vosotros? ¿o sois más de Reyes? En casa hicimos el amigo invisible y el mío me regaló "Arenas movedizas" de Mar Carrión (acertó de pleno), mientras que el lunes, unos días antes de lo previsto, mi amigo Pedro del club de lectura me regaló "28 días", lo úlitmo de David Safier que esperaba como agua de mayo desde que me enteré de su cambio de rumbo y la temática tan apasionante que aborda en esta nueva novela: la rebelión del gueto de Varsovia durante 28 días contra las fuerzas alemanas. Por último, el 26 llegó a casa la última novela de mi amiga y gran escritora de romántica histórica Nuria Llop, por lo que supongo que algo bueno debo haber hecho a lo largo del año para merecerme tanta generosidad.
Contadme lo que os han regalado, sobre todo si son libros... ¡me encanta cotillear en las estanterías ajenas!
Pese a que mi lista de libros pendientes (y ya adquiridos) está alcanzando cotas inusitadas, estas semanas me he estado dedicando a retomar mi saga favorita, las novelas que me convirtieron por primera vez en grupie de un escritor (todos los booms de sagas literarias me llegaron siempre tarde y no viví la excitación y nervios de eseprar el siguiente tomo): os hablo de "la trilogía victoriana" de Félix J. Palma.
Esta reseña la iba a colgar el día 26, pero entre que mi ordenador está siendo de lo más cabezota últimamente (y se niega a abrir archivos o páginas web, según el momento) y que he estado fuera la mayor parte del tiempo, casi se me echa el año nuevo encima y yo sin publicarla.
Siento la espera.
Lo prometido es deuda. Espero que la lectura de la misma os provoquen ganas de leer la novela. En cuanto la abráis, no podréis escapar... ¡ni querréis!


El escritor andaluz Félix J. Palma.

 

Reseña de "El mapa del tiempo" de Félix J. Palma






El género steampunk, aquel que mezcla historia (preferentemente decimonónica) con ciencia ficción, parte de la hipótesis del “¿y si…?”: ¿y si las máquinas de vapor o los relojes hubieran avanzado de manera distinta a como lo hicieron?; ¿y si el ser humano los hubiera desarrollado hasta límites insospechados, convirtiendo el romance científico, aquellas novelas que inauguraron el género de la ciencia ficción con padres tan ilustres como Verne o H. G. Wells, en una realidad? En el siglo XIX, la ciencia evolucionó de manera totalmente desconocida hasta la fecha y parecía que sería capaz de lo más extraños prodigios. En el siglo XXI, esta posibilidad se ha visto lógicamente reducida o reconducida por caminos que aquellos primeros científicos no podían imaginar, pero la curiosidad, el placer de dejar volar la imaginación y crear un pasado distinto no ha desaparecido. Por ello se ha acuñado el término de steampunk, que engloba todas esas obras de “pasados-posibles” que han poblado, sobre todo, las librerías anglófonas.
 

La novela de la que os voy a hablar hoy se puede catalogar como steampunk, pero es mucho más que una ficción científica: El mapa del tiempo es un canto al gozo de escribir y de leer una buena historia, un tributo a la mejor novela victoriana, un continuo deleite para el lector amante del género, pero también una perfecta incursión para aquellos que lo desconocen. Os pido perdón de antemano si la reseña me queda muy fan-fanática y se me ven las costuras por todas partes; desde ya admito y con mucho orgullo que Félix J. Palma es mi escritor favorito en lengua española, un escritor portentoso de una imaginación inagotable y un dominio lingüístico que, sinceramente, consigue dejarme sin aliento como nadie (¿veis? Primer momento fan-fanática al canto).

¿De qué va El mapa del tiempo? En primer lugar, cabe destacar que ésta es la primera parte de la que se ha dado a conocer como “La trilogía victoriana” de Palma, tres novelas todas de género steampunk con un denominador común que las une y vertebra: el escritor H. G. Wells, el padre del romance científico inglés, el eterno disconforme con la sociedad que le había tocado en suerte y que, una y otra vez, trató de enmendar con sus novelas. Todas ellas, más allá del placer que su imaginativa provoca (¿quién no conoce El hombre invisible, La guerra de los mundos, La máquina del tiempo o La isla del doctor Moreau?), se fijan en un aspecto de la sociedad victoriana que Wells desprecia pero, para bien o para mal, todas ellas triunfaron como mero divertimento en su época. Pero no me entretendré más en la figura de Wells. Aquellos que os adentréis en las páginas de las novelas de Félix J. Palma llegaréis a conocerlo como si de un familiar se tratara y le cogeréis mucho cariño a ese escritor de cara de pájaro y ojillos vivaces.

De vuelta a la novela que nos ocupa, El mapa del tiempo puede leerse de manera independiente y es una novela perfectamente cerrada (otra cosa es que, una vez introducidos en el increíble Londres de Palma, queráis dejarlo ahí y no continuar con las siguientes partes de la trilogía). Sobre su trama no voy a ser demasiado explícita porque gira tanto a lo largo de sus páginas, da tantas sorpresas al lector, que no pienso privaros de descubrir por vosotros mismos cada una de ellas. Sirva decir, para abrir apetitos, que nos encontramos en el Londres de 1896… aunque un tanto cambiado: una empresa dirigida por un tal Gilliam Murray ofrece viajes al año 2000 y media ciudad sueña con poder pagar el costoso billete para ver cómo el bravo capitán Shackleton derrota al autómata Salomón, que en el 2000 se ha dedicado a exterminar la raza humana. La posibilidad de viajar en el tiempo nos llevará a conocer a Andrew Harrington y Claire Haggerty, dos jóvenes que no aceptan el mundo en que viven por razones distintas pero que creen que, desafiando el continuo temporal, podrán encontrar la felicidad que tanto anhelan. ¿No es eso –ser felices– a lo que aspiramos todos? Junto a ellos, otros muchos personajes pueblan estas páginas y la llenan de vida: Jack el Destripador y una de sus víctimas más famosas, Marie Kelly; Joseph Merrick, el afamado hombre elefante; Bram Stoker y Henry James… y cómo no, el ya mencionado H. G. Wells que se torna en pieza indispensable para que nuestros protagonistas alcancen sus sueños.

La historia tiene todos los ingredientes para atrapar a todo tipo de lectores: amor, aventuras, viajes en el tiempo, “cameos” famosos, misterios por resolver… y todo ello relatado con una maestría que, personalmente, me ha llevado a releer con un lápiz en la mano para marcar todos los fragmentos que más me gustaban. Y han sido muchos. Muchísimos. Porque Félix J. Palma no sólo borda la creación de ambientes y de personajes inolvidables (ay, Shackleton… suspiro, suspiro), sino que se convierte en un narrador próximo y pillo, capaz de engañarnos y, al mismo tiempo, cual ilusionista, dejar ante nosotros las pistas necesarias para no dejarnos engañar. Cada una de las partes de esta novela (cuenta con tres) es un crescendo de sorpresas. Cuando crees que ya lo has visto todo, la historia gira y tienes que reinterpretar lo leído… ¿qué queréis que os diga? Hacía tiempo que un escritor no conseguía llevarme tan bien de la mano, venderme tan tan bien una historia tan compleja y dejarme permanentemente con una sonrisa boba en la cara.

Sin embargo, os he dicho antes que esta novela es mucho más que una historia de aventuras fantásticamente escrita; es también un deleite para los sentidos sobre todo para aquellos que amamos la literatura y jugamos con las palabras con mayor o menor acierto. La novela está poblada de reflexiones sobre el proceso de escritura y el valor de la literatura, pero también subyace una lectura más profunda, aquella que nos lleva a plantearnos hasta dónde puede llegar el ser humano a trocar la realidad y cómo podemos cambiar el futuro y reinterpretar el pasado (aunque no tengamos una máquina del tiempo ni un agujero a la cuarta dimensión).

No me queda más que emplazaros, con toda la emoción de una fan-fanática, pero también con la ilusión de quien espera que os maravilléis tanto como lo hice yo (la primera, la segunda y esta tercera vez), con una novela de alta literatura y altísimo divertimento.

Que la disfrutéis.



 Por si alguno está interesado, os dejo la página web de Félix J. Palma. En ella encontraréis mucho más sobre la trilogía victoriana: http://www.felixjpalma.com/
También os dejo las portadas de los otros dos libros que conforman la trilogía: El mapa del cielo y El mapa del caos.

La niña que hacía hablar a las muñecas, Pep Bras

miércoles, 18 de junio de 2014
¡Buenos días!
Hoy me he levantado bien temprano (a estas horas ya he limpiado medio piso y estoy lista para salir a pasear en un rato con mi cachorro Pipo) y he decidido aprovechar la mañana para escribir una reseña qeu he ido postergando porque quería hacerla muy muy bien y no me había sentido inspirada hasta hoy.

Os hablo de la novela del escritor y guionista catalán Pep Bras, que empezó hace muchos años como guionista de Buenafuente en El Terrat y que, con esta primera novela nos demuestra que se le da igual de bien escribir guiones que novelas adictivas.

Su primera novela, La niña que hacía hablar a las muñecas, es una historia de amor y aventuras, una gran novela como las de antes, aquellas en las que ocurren cientos de cosas y no te dan tregua hasta llegar al final para, entonces, arrepentirte por haber leído tan rápido.

Pero vayamos por partes.

Soy adicta a la radio. La llevo allá donde vaya y tengo una especie de graella con los horarios y emisoras de los programas que más me gustan. Mi cadena fetiche es la Ser y nunca me pierte el "A vivir que son dos días", programa gracias al cual yo escuché por primera vez que esta novela existía.

En dicha emisora, Óscar López (el presentador de la genial Página 2, el único programa excluisivamente de literatura que conozco) y Javier del Pino (que dirige "A vivir..") entrevistaron a Pep Bras y lo sometieron al juicio de dos lectores que expusieron los puntos fuertes y las pegas (fueron muy pocas) que habían encontrado en esta "Niña que hacía hablar a las muñecas".
Me llamó la atención lo que allí se dijo y el título quedó anotado en mi libreta de libros (un día os hablaré de ella/s... crecen como las setas) y no fue hasta la llegada de Sant Jordi (23 de abril) cuando regresó a mi memoria porque Pep Bras era uno de los autores que estaría firmando en Barcelona.
Una de mis mejores amigas de las que ya os he hablado por aquí, Nuria, se encargó de cambiar esta novela de mi lista de pendientes a la de mejores novelas leídas en 2014 y novelas favoritas de siempre.

En una concatenación de coincidencias que me hace pensar en que aquello que dicen las ancianas por aquí (lo que es pa' uno, es pa' uno) es tan cierto como el aire que respiro, Nuria consiguió que Pep Bras me dedicara su novela y lo hizo, como veís ahí abajo, con un dibujo chulísimo. Una pasada de dedicatoria personalizada. Una muestra más del genio del autor del que os vengo a hablar...

Así de bonita es la dedicatoria de mi ejemplar :)
 
La niña que hacía hablar a las muñecas es una historia de aventuras, pero también de intensos amores, de descubrimientos, una saga familiar, un reflejo calendoscópico de dos mundos totalmente diferentes en una época llamada a cambiar el mundo: las primeras décadas del siglo veinte en Brasil y en una Francia inmersa de pleno en su belle epoque. La novela arranca con un naufragio y la llegada de un joven anmésico a una pequeña isla de Brasil donde reinventará su vida al lado de una fuerte y valiente mujer que cuida la salud de los nativos.

Casi os diría que hasta aquí puedo leer porque los giros argumentales me gustaron tanto, pasaron de una manera tan inesperada y preciosa (a nivel estilístico) que temo meterme demasiado y que perdáis ese componente de inocencia con el que yo abordé el libro y que tanto me ayudó a disfrutarlo, a vivirlo de lleno; a no querer dejarlo ni para dormir.
Lo que sí os puedo asegurar es que, a pesar de su título, ésta no es sólo la historia de una niña ventrílocua, ni siquiera es la que más ocupa de sus escasas 300 páginas (uno de los puntos más fuertes de la novela: su concreción, no hay nada de más y con lo justo Bras recrea un mundo maravilloso), pero sí que es esa niña el eje de anclaje entre el narrador y las memorias de su bisabuelo que es la excusa narrativa que utiliza el autor para introducirnos en la historia y para jugar con nuestra credulidad: ¿será verdad que ese naúfrago era su bisabuelo?, ¿pasó todo lo que él relata?, ¿existían esos locales tenebrosos que describe en París?... y un largo etcétera que nos sugiere la lectura y que me tuvo más de una vez enganchada a google para comprobar su veracidad.
Y sin destripar nada más el argumento sí os puedo decir que nos encontramos ante una gran novela sobre una saga familiar marcada por las pasiones y fatalidades del destino, una historia que reflexiona sobre la identidad y la capacidad del ser humano para reinventarse y crear un hogar a partir de los restos de un naufragio.

Supongo que a estas alturas no hace falta que os diga que me ha gustado muchísimo. Primero, porque me ha sorprendido y enganchado como solo las buenas novelas consiguen. Segundo, por la concreción del narrador y lo bien que selecciona las escenas que narra y cómo maneja el tiempo narrativo hacia delante y hacia atrás, con una maestría propia de su carrera como guionista. La velocidad de la acción se modula siempre a favor de la creación de una narración apasionante. Tercero, porque consigue personajes redondos y fascinantes, todo ello con la mínima y más precisa expresión, nada de parrafadas descriptivas. Cuarto, por su voz narrativa, por ese juego de convertirse el autor en narrador y la historia en la vida de sus antepasados, lo que otorga de gran verosimilitud a todo lo que nos cuenta.

¿Algo negativo que señalar? Un par de cosas: en cuanto al trabajo del autor, el final-final me resulta un tanto confuso (no puedo especificar más sin hacer un spoiler como una catedral), no sé si era la intención del autor o es que no me he enterado yo; en cuanto al trabajo de diseño de la editorial, debo señalar que la portada resulta un tanto sosa, no llama la atención lo suficiente, casi nos esconde la increíble historia que guarda entre sus tapas.

En cualquier caso son pegas menores en comparación con lo mucho que disfrutado con esta lectura y, cómo no, os la recomiendo a todos encarecidamente.
Ya me diréis qué os parece. A mí me ha conquistado.
¡Hasta pronto!

Ani.

Huéspedes inesperados, Sadie Jones

jueves, 12 de junio de 2014
Buenas!!
Hoy os escribo para contaros lo mucho que me ha impactado la última de las lecturas que he realizado en este ecléctico año lector que llevo. Se trata de Huéspedes inesperados, la tercera novela de una autora inglesa que desconocía (Sadie Jones) y que compré en Navidad pensando que lo iba a pasar en grande con una historia muy a lo Downton Abbey y... mejor que leáis la reseña entera.

¿De qué va? Huéspedes inesperados cuenta el que, posiblemente, sea el cumpleaños más catastrófico y buñuelesco e inexplicable de la época eduardiana. Se trata del 20 aniversario de Esmerald Torrington, la primogénita de la familia Torrington que se ha visto abocada a la ruina y cuyo caserío al más puro estilo Pemberley (Sterne, en este caso) están a punto de perder. Su padrastro, casado en segundas nupcias con su madre Charlotte, se marcha bien temprano a la ciudad en busca de un aval que le preste el dinero suficiente para afrontar sus deudas y no perder el hogar familiar, mientras en la casa quedan la propia Esmerald, su madre, sus dos hermanos (el indolente Clovis y la traviesa Imogen, a la que llaman Smudge) y un mermadísimo equipo de trabajo: la cocinera, su ayudante y un par de mozos que trabajan el jardín y alimentan los animales.
La familia espera la llegada de los amigos de Esmerald (Patience y  su hermano Ernest en lugar de la, a priori esperada, madre de los chicos), que se sucede según lo previsto. Y hasta aquí lo que de organizada tiene la jornada, porque de pronto Sterne se verá abordada por un grupo de supervivientes de tercera de un tren estrellado, capitaneados por un extraño viajero que iba en primera y que convertirá la celebración en una macabra reunión que muy bien pudo idear Luis Buñuel o cualquier otro autor de Vanguardias.

Decir que me ha gustado esta novela es faltar a la verdad porque, al terminarla, había pasado por tal tsunami de ideas y opiniones que he tenido que dejar pasar un par de días para centrarme y poder coordinar todo lo que la novela me indujo a pensar. Y pienso que esta novela está correctísimamente escrita, que la autora domina con soltura el momento histórico y las clases sociales que maneja y que, pudiendo habernos ofrecido un capítulo de Downton Abbey sin más, le da tantas vueltas de tuerca a la historia que se convierte en algo totalmente distinto.
Nos encontramos ante una novela engañosa, de poca acción y muy intimista, centrada en la evolución de unos personajes que, en cuestión de horas, verán puestas del revés todas sus creencias y deberán elegir qué hacer cuando la verdad salga a la luz.
En resumidas cuentas, ha resultado una novela muy novedosa y refrescante, algo que no había leído nunca y que me ha dejado patidifusa en ocasiones para zarandearme después y volverme a dejar donde estaba... pero del todo cambiada, como les ocurre a Esmerald y compañía.

Recomiendo su lectura a todo aquel que disfrute con Downton y a la vez con la locura de Dalí, el esperpento de Valle Inclán o los rompecabezas sin sentido del gran Boris Vian. Si no os gusta la literatura con un punto de surrealismo o irrealidad, no os confundáis, ésta no es una novela histórica o costumbrista. Eso lo es en las primeras cien páginas, pero luego se convierte en todo un hallazgo de valentía creativa que no puedo más que aplaudirle a la autora. Me fascina su coraje para escribir una sagaz crítica social rompiendo todos los moldes y cómo sale airosa de tamaña odisea.

Para releer de vez en cuando.

Toledo. Ciudad del Greco

lunes, 9 de junio de 2014
La puerta principal de la catedral, majestuosa.
¡Buenas!
Tras una semana ausente por cuestiones que escapaban a mi control (básicamente, agotamiento mental debido a las estresantes semanas de exámenes en la academia donde trabajo), os traigo una entrada diferente a lo que suelo acostumbrar aunque, eso sí, llena de cultura y buenas vibraciones como intento transmitiros en cada una.

¿Quién no ha oído hablar del IV centeranio de la muerte del Greco, el gran pintor del siglo XVI / XVII que convirtió Toledo en su ciudad fetiche?

Greca pensativa.

Habríais de vivir en una burbuja (o demasiado pendientes solo del Whatsapp) para no haber visto en la tele, oído en la radio o leído en prensa alguno de los múltiples spots con que nos han bombardeado para recordarlo.


Fuera de las murallas que protegen el casco antiguo.
No soy muy fan de este tipo de conmemoraciones. El hecho de que se conmemore algún autor u obra y todos nos recreemos en ellos como borreguitos no va mucho conmigo, que ya tengo los gustos bastante definidos (para una cosa que tengo clara en mi vida...). Sin embargo, cuando en el club de lectura Té con Tagore (tenéis el link por algún lugar de la columna derecha) se propuso hacer una visita relámpago a la ciudad que acoge las grandes exposiciones diseñadas para el evento del Greco, no supe ni quise decir que no. Hacía tanto que no viajaba... y a Toledo, nada menos, con la de veces que he estado allí (literariamente hablando) y las ganas que tenía de pisarla (físicamente hablando, esta vez)...

Vistas desde la escalera mecánica que sube a lo alto del Alcázar.
Dicho y hecho, antes de que me diera cuenta el último fin de semana de mayo había llegado y, con él, nuestro viaje a la antigua tricultural capital española.
¿Qué os puedo contar?
Las puertas para entrar en la antigua Toledo. Nos detuvieron unos manifestantes de CCOO.

Divina.

Y no puedo encontrar un adjetivo que la describa mejor porque, no en vano, en ella se dieron la mano tres culturas y, por tanto, tres dioses diferentes pero iguales al mismo tiempo: cristianismo, islamismo y judaísmo se dejan notar en los diferentes barrios del casco antiguo convirtiéndolo en algo realmente inolvidable. Las tres culturas pugnaron por erigir los edificios más bonitos y todo ello no hace más que redundar en la belleza de la ciudad. Es, como se hizo habitual decir entre los amigos que viajamos juntos, "una pasada".

Una de las impactantes fotografías de la exposición "Toledo contemporánea".
Atardecer en la plaza del ayuntamiento y de la catedral.
Arquitectura sefardí en el barrio judío.
El Greco en todo su esplendor en el interior de la catedral toledana.




En el jardín de la casa del Greco.
No os quiero aburrir con una crónica detallada de nuestros dos días en Toledo (para más información sobre las preciosas exposiciones: http://www.elgreco2014.com/) porque ni a vosotros os iba a interesar demasiado que me enrolle con anécdotas de gente que no conocéis, ni a mí me gusta airear demasiado mi vida privada por las redes pero, si he decidido hacer una parada en Toledo y dedicarle esta entrada es, simplemente, para animaros a visitarla, ahora o cuando se pase el boom del Greco (a siete personas de aspecto "no-guiri" tuve que preguntar hasta dar con un toledano... que no sabía dónde estaba el museo que le pregunté), cuando os dé la real gana. Pero no os privéis de la visión de su catedral (ni por dentro ni por fuera), de sus mezquitas y sus sinagogas; pasead por sus callejuelas empedradas al atardecer de un día cálido con el sol todavía entibiando vuestros brazos y dorando las fachadas de las casas; disfrutad de sus perdices y sus toledanas, del jamón ibérico puro de su local salmantino y de la subida en una interminable escalera mecánica hasta lo alto del Alcázar...

No viajo más a menudo porque mi escueto salario no da para más, pero esta escapada, aunque desmontara mi economía, mereció muchísimo la pena.
Tengo el corazón dividido y una pequeña parte de mí quedó en Londres, otra en Barcelona y, ahora, otra se ha instalado en Toledo.

Feliz tarde,

Ana.

Aranmanoth, Ana María Matute

lunes, 26 de mayo de 2014
Dedico esta entrada a mi hermana Noelia, porque nadie como ella ha vivido con tanta intensidad esta historia de amor, traición y muerte.
Uy, ya os he adelantado parte de esta crítica... en fin, hago enmienda de conciencia y, os advierto, por si no lo habíais intuido, que en esta entrada me dispongo a redactar sobre una de las novelas que más marcó mi adolescencia, que se convirtió en algo así como un mito, una historia llena de magia que había permanecido reguardada en un rinconcito de mi corazón hasta que hace unos días la releí con motivo de la próxima reunión del club de lectura al que pertenezco. ¿Que debería no haber vuelto a ese lugar mágico porque suele ocurrir que con el paso del tiempo la vida nos cambia y, con nosotros, varían nuestros gustos literarios? ¿Que era más que posible que el Aranmanoth (Noelia y yo siempre lo pronunciamos como palabra esdrújula: Aránmanoth, si se escribiera en nuestra lengua) que yo recordaba distara del real? Pues sí, claro que cabía esa posibilidad mil veces acaecida. No en vano un señor muy sabio de cuyo nombre no me acuerdo por más que quiera dijo aquello de que una persona jamás se baña en el mismo río dos veces...  Pero también hay que tener en cuenta que fui yo misma la que propuso su lectura en el club, de modo que sí, yo me lo busqué. Y sí, en cierta medida, mis recuerdos de Aranmanoth se han desdibujado para reemplazarse por otros nuevos, pero no por ello peores. 
Mi relectura de esta novela me ha reencontrado con mi yo más juvenil, he comprendido por qué me gustó tanto y descubierto aspectos que, en mi ignorancia (pregunta retórica a mí misma: ¿cómo podía ser taaaaan cortita?), me habían pasado por alto. En pocas palabras, no solo he redescubierto la novela, sino a mí misma, a la Ana del pasado.
Y el resultado ha sido esclarecedor.
...
...
¿Pero queréis o no saber más sobre Aranmanoth?
Ya no me enrollo más.


Aranmanoth (publicada en el año 2000) es una novela cortita (o cuento más bien largote) ubicado en una Edad Media ficticia y mágica (el protagonista, el chico que da nombre a la historia, es un ser mágico nacido de la unión de una ninfa y un aspirante a caballero) en la que se nos relata la vida de Orso, un caballero de buen corazón pero subyugado por la fidelidad que le debe a su señor, su jovencísima prometida, Windumanoth y, el que realmente es germen de todo lo demás: su hijo Aranmanoth. Orso debe partir a asustar a unos cuantos pueblos y matar algún que otro sublevado (lo de siempre cuando servías a un conde en la Edad Media) y deja a Windumanoth, todavía una niña y ya obligada a ser una esposa, al cuidado de Aranmanoth, sin sospechar que de la sincera y profunda amistad que une a los niños al amor más puro solo hay un paso... el del tiempo.
Los niños crecen y con ellos sus sentimientos.
 
No diré más porque no quiero desvelaros lo mejor de la historia y porque, con lo que ya os he contado, me basta para que me creáis cuando os digo que esta novela habla de mucho más que de las idas y venidas sentimentales de un puñado de personajes en un inventado pasado. Ana María Matute nos ofrece una metáfora, casi una alegoría sobre la amistad, el amor, el honor, la fidelidad y la traición, elementos que van más allá del tiempo y que, por ello, en el fondo da igual dónde los ubiquemos. La autora nos ofrece una interpretación del ser humano, del paso de la niñez a la juventud y de la inocencia al conocimiento. Ese es su punto fuerte, más allá de su componente histórico o su vertiente mágica: en su brevedad se contiene toda una interpretación del mundo.
Sin embargo, si ya puestos a interpretar las grandes pasiones humanas, nos cuentan la historia aderezada con preciosas imágenes y un mundo al mismo tiempo idílico y aterrador como era aquella Edad Media donde ya se refugiaron los poetas románticos, el resultado no puede ser más emocionante y preciosista.
 
¿Alguna pega que ponerle a la señora Matute? No diré que es muy corta porque, para obra alegórica larga y ambientada en la Edad Media puedo leer Olvidado rey Gudú. Tampoco mis diferentes interpretaciones o sensaciones hacia la novela pueden ser motivo de queja porque Ana María Matute bien podría alegar que debo quejarme al tiempo o a mi ingenuidad (si os animáis finalmente a leerla y queréis saber qué es lo que no entendí la primera vez, preguntadme y os envío un mail con mi avergonzante secreto).
 
Sí tengo, no obstante mi derroche de entusiasmo, una pega, un pero, y es el exceso de adjetivización en determinadas escenas. Me ha parecido demasiado recurrente el uso de símiles (y no creo que fuera realmente necesario para crear la atmósfera mágica tanto "como", sinceramente), aunque entiendo que hay lectores que podrían alegar que sin tanta floritura no sería lo mismo, el mundo creado no sería tan expresivo y preciosista. Lo acepto, pero no lo comparto. A veces, menos es más, incluso cuando hablamos de lenguaje poético o especialmente entonces.

En resumen, la experiencia de relectura no ha podido ser más enriquecedora. Aranmanoth y yo hemos envejecido bien juntos y me ha emocionado descubrirle un trasfondo que se me pasó por alto. La primera lectura fue la de la historia fantástica y amorosa. Esta otra, la de una joven que es más consciente del mundo en el que vive y de cómo éste puede estar oculto hasta en la historia más fantasiosa.

Sin más, os recomiendo esta historia y espero con ilusión vuestros comentarios.
Besos,
Ana.

El increíble viaje del faquir que se quedó atrapado en un armario de Ikea

miércoles, 21 de mayo de 2014
Buenas tardes, lector@s. Después de meses de silencio, me propongo, una vez más, reactivar este blog a base de críticas sobre libros y pelis y alguna que otra miscelánea de cosas que crea interesantes para compartir con todos vosotros.

En esta ocasión y teniendo en cuenta la astenia primaveral que hace estragos año tras año en cientos de nosotros, pobres peleles de las hormonas y los cambios estacionales, os propongo una lectura fresca y divertida para desengrasar los músculos de la risa y despejar las cabezas demasiado pensantes. Se trata de El increíble viaje del faquir que se quedó atrapado en un armario de Ikea, primera novela de un autor francés de origen español (Romain Puértolas, de ahí su apellido castizo), novela que llegó a mí unos días después de Sant Jordi gracias a la generosidad de una de mis mejores amigas, Nuria Llop (¿os suena su nombre?, bueno, es que es escritora también... os hablaré de ella y su increíble novela en otra ocasión).

Debo confesar que esta novela estuvo en la librería de mi pueblo a los pocos días de su publicación y que, aunque la portada llamó mi atención, el título extremadamente largo me sonó a intento de aprovechar el tirón de Jonas Jonasson (ya sabéis, el autor de El abuelo que saltó por la ventana y se largó y de La analfabeta que era un genio de las matemáticas), mientras que su sinopsis (consulté en la web de la editorial nada más llegar a casa) me pareció demasiado "safieresca" para mi gusto (acabo de inventar ese adjetivo, pero os lo presto si queréis referiros a cualquier cosa que copie el estilo del escritor alemán David Safier). Por todo ello, no entraba dentro de mi lista de prioridades leerlo ni, mucho menos, comprarlo.

Sin embargo, escuché por casualidad una entrevista que le hizo al autor Carles Francino en "La ventana" en la Ser y confieso que el chaval (es jovencísimo, tiene mi edad o un año menos) me gustó. Me gustó cómo defendía su novela siendo consciente de que no es más que un divertimento pero estando totalmente orgulloso de ello. En esta cultura en que vivimos inmersos donde el humor está tan infravalorado a nivel crítico tanto en las novelas como en las pelis, me atrajo la manera en que este chico se decantaba por hacer algo pretendidamente descacharrante y lo defendía como si hubiera escrito la mayor tragedia después de Hamlet.

Con su nombre ya fijado en mi memoria, su novela salió a colación en uno de los kilométricos mensajes que comparto con la mentada Nuria y una serie de casualidades con pinta de destino despistado llevó a mi amiga catalana a toparse con Romain el día del libro y poder tenderle el ejemplar que había comprado para mí para que lo dedicara.

Pero vayamos al grano, ¿de qué va esta novela? Bueno, su título es bastante descriptivo, pero os haré un pequeño resumen de los rasgos generales de la obra (nada de spoilers, tranquilos, son lo que más odio en el mundo mundial):
El indio Dhjamal Mekhan Dooyeghas aterriza en Francia con un billete de cien euros falso y un firme objetivo: comprar una cama de clavos en el primer Ikea que encuentre. El buen hombre (por decir algo, ya lo conoceréis y veréis que bueno lo que se dice bueno... ejem) no ha planeado qué comerá en ese viaje relámpago a la capital gala ni dónde dormirá, pero es un tipo con recursos y, en última instancia, en esas monstruosas tiendas suecas hay cientos de camas libres, ¿verdad?
El aparentemente sencillo plan de Dhjamal se complicará cuando unos empleados interrumpan su placentera noche y tenga que esconderse en un armario para que no lo pesquen... y el armario comience su andadura camino de Reino Unido hacia otra tienda Ikea.
Francia, Inglaterra, España, Italia... en un par de días nuestro protagonista se verá inmerso en una ruta por los "bonitos países" (como llama Mohamed, un inmigrante que conocerá por el camino a Europa) en la que, además de luchar para mantenerse de una pieza, Dhjamal conocerá a personas maravillosas que lo llevarán a replantearse toda su vida.

¿Qué me ha parecido? He disfrutado de esta novela ligera (se lee en un pis-pas y su prosa fluida y coloquial permite una lectura relajada) que consiguió que sonriera un buen puñado de veces y que riera en alguna que otra ocasión. En realidad, Puértolas nos ofrece casi una fábula, un cuento bienintencionado que esconde una crítica feroz a esos "bonitos países" y la manera en la que tratan a sus inmigrantes. Lo que más me ha gustado de ella es dicha crítica, la forma sutil, pero evidente al fin y al cabo, con la el autor nos obliga a ponernos en la piel de un inmigrante ilegal y comprender la crudeza de su situación. Primero, son estafados por mafias en su país de origen, para ser luego tratados como una patata caliente por el país europeo al que van a parar y sufrir peregrinaciones bochornosas por media Europa cuando los diferentes encargados de aduanas los arrojan de un país a otro y cierran los ojos a sus ilusiones rotas.
En cuanto al humor y las promesas de reír a carcajadas y demás que nos venden en la contraportada... aquí sí le veo mucho de deuda a David Safier. A pesar de provenir de países distintos (francés Puértolas y alemán Safier), su humor es sumamente parecido porque el francés recurre al mismo tipo de bromas "blancas" que el alemán. En ese sentido se nota la intencionalidad super-ventas que rondaba la cabeza del joven autor francés cuando se sentó a escribir. La mayor diferencia entre Safier y Puértolas está en el tema que trabajan: normamente Safier está muy interesado en la identidad, en el alma de sus personajes, así como en la familia (en pocas palabras: el amor, hacia uno mismo o los que lo rodean), mientras que Puértolas se centra en el ya mencionado tema de la inmigración ilegal.
Pero sí, ambas novelas están cortadas por el mismo patrón. Uno que ha resultado gustar muchísimo en toda Europa (a las cifras de ventas me remito) y que quizás no nos dejen con la sensación de haber leído una gran obra de arte, pero sí con una sonrisilla en los labios y una moralina que somos libres de aceptar o no. En mi caso, esta novela ha llegado en el mejor momento posible y creo que por ello guardaré un grato recuerdo de ella (además de por ser un regalo y por la dedicatoria del autor, of course).

¿La recomiendo? Si te gusta Safier o quieres humor blanco (para toda la familia, excepto por la manera en que Djhamal se ganaba la vida en India cuando era un crío...), sí. Si, por el contrario, este tipo de novelas de happy end y moraleja incorporada no son de tu agrado, posiblemente ésta se te atragante un poco.

Con esto me despido, os deseo felices lecturas, algún comentario si os ha gustado la entrada y/o la novela y quisiera dar las gracias a Nuria por haberme regalado unos ratitos llenos de sonrisas.
¡Hasta la próxima, lector@s!