Babel

jueves, 10 de noviembre de 2011


Mi relación con Antena 3 y, sobre todo, con sus canales de TDT Neox y Nova oscila últimamente una barbaridad entre el amor y el odio. Si bien comparto todos mis desayunos con Susana Griso y estoy ansiosa por la nueva temporada de Downton Abbey, no dejan de sacarme de mis casillas su puñetera manía de tratarnos a los espectadores como si fuéramos gilipollas.
Y perdón por el exabrupto, así de repente, pero esa es la sensación que se me queda cuando anuncian una peli para las diez y cuarto en Nova, empieza en realidad a las diez y media (el cuarto de hora de retraso relleno de anuncios) y luego, como los cortes los hacen a la par en todas sus cadenas, interrumpen la película en mitad de una frase cuando no lleva ni tres minutos en antena.
¿Pero esto qué es?
Un despropósito. Y un morro que ni una piara.
¿Va a servir que me queje de algo? No.
Así que lo que habitualmente hago es cambiar el canal y que le den morcillas. Eso pasó la semana pasada y esta, (oh, Dioses del Olimpo), se ve que se dieron cuenta de la cantada que hicieron porque medio respetaron la emisión de Babel, de González Iñárritu.
Y ¡menos mal! porque el tándem formado por el director mexicano Alejandro González Iñárritu y el escritor-guionista Guillermo Arriaga bien merecía ese respeto.
Con Babel, Alejandro cierra su "Trilogía del Dolor" que ya desarrolló con la impresionante Amores Perros y la indispensable 21 gramos.
No hace falta que os dore la píldora mucho: quien haya visto alguno de los films citados, sabrá que su estilo es personalísimo y sus historias calan muy hondo.
Babel no se queda atrás.
Nos muestra el alcance que las acciones de cualquier persona puede tener en cualquier punto del mundo, reflejo de esta vida hiperglobalizada que nos ha tocado vivir. La película tiene tres hilos argumentales: por un lado el matrimonio formado por Brad Pitt y Cate Blanchett, de vacaciones en Marruecos para superar una profunda crisis conyugal, por otro la nana de sus niños, mexicana que se los lleva a la boda de su hijo más allá de la frontera estadounidense y por un último, la historia de una adolescente japonesa que, por si vivir en Tokio no fuera bastante impersonal, vive en una burbuja de aislamiento provocada por su sordomudez.
La trama salta de unos personajes a otros demostrándonos que da igual el lugar del mundo en que nos haya tocado vivir; todos compartimos inquietudes semejantes y en este mundo sin barreras los miedos también las han sobrepasado.
Merece mención especial el trabajo interpretativo de Brad Pitt, así como de Rinko Kikuchi y Gael García Bernal (otra de las grandes apuestas de Iñárritu).
Y eso sin olvidar una fotografía de contrastes muy trabajada y una banda sonora a manos de Gustavo Sanaolalla que, como no podía ser de otra forma, ganó el Óscar en 2007.
En pocas palabras, una película muy aconsejable.

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